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La economía del mundo está reventada por efecto de la pandemia; que el petróleo esté cotizándose con valores negativos es tan solo una muestra, no solo de lo equivocado que es el modelo económico basado en esa fuente de energía, sino de la necesidad que existe de romper el dilema entre preservar la salud y mantener (re-activar) las actividades productivas. Si bien es cierto, les corresponde a los Estados asumir el golpe financiero que implica tener muchas personas confinadas, esos recursos también tienen límites, difícilmente el mundo aguantará varios meses a la espera de una vacuna si no se despliegan algunas acciones de re-activación mas allá de la producción básica de alimentos, servicios de salud y otros servicios básicos.

El mundo necesita trabajar, y mas aún en situaciones como la de Colombia u otros países de América Latina donde el trabajo informal - el rebusque - así como el pequeño comercio, representan una importante fuente de ingresos de la población, y hoy, buena parte de esa población está fuera del círculo económico, no tienen sueldo, y muchos de ellos no eran considerados de los mas vulnerables y por tanto tampoco tienen ayudas estatales.

Pero la re-activación económica no puede pensarse con base en percepción y con criterios caprichosos; los gobernantes en los diferentes niveles - Nacional, Departamental, Municipal - requieren herramientas de apoyo a la toma de decisiones que usen la información disponible, proyecciones, escenarios, simulación. También se requiere contar con protocolos para la operación en condiciones de aseguramiento de calidad e inocuidad de ambientes de trabajo. Y por supuesto, se requiere re-pensar diversas actividades productivas, ajustar procesos y procedimientos, incorporar tecnología y sobre todo, innovar. Todas las anteriores actividades son del ámbito de trabajo de la Ingeniería Industrial, sin desconocer por supuesto que también se requiere la contribución de otras disciplinas.

Imagine el escenario de una ciudad como Bogotá, donde se plantea la necesidad de ver como se reactivan los negocios, pero al mismo tiempo se plantea que el transporte público solo funcionará al 30% - un cuello de botella -, si se pone en operación una empresa debe asegurarse que se haga de forma segura, y esto redundará en limitaciones a la productividad que determinarán cambios en la estructura de costos - y efecto en los precios -; sí esta empresa produce sin que se regulen la oferta-demanda y sin conexidad con su cadena productiva,  puede terminar perdiendo mas de lo ya ha perdido hasta ahora.

Claro, Bogotá es una ciudad muy grande, pero el problema no es distinto en concepto de lo que puede ser un pequeño municipio. ¿qué actividades puede una autoridad municipal permitir? ¿cuanta oferta-demanda mueve un municipio? ¿como se generan opciones para sectores como el turismo que demorarán bastante en poder funcionar? Muchas preguntas por contestar, y muchas de ellas son del ámbito de la Ingeniería Industrial.

Hasta ahora, enfrentar la pandemia ha sido tarea principalmente de los profesionales y trabajadores de la salud; y debemos decirles MUCHAS GRACIAS; pero la re-activación económica en condiciones que sean compatibles con el manejo del riesgo, buscando salir del dilema de salud vs economía para procurar un balance razonable es la tarea de nosotros, Ingenieros Industriales

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