Exceptuando a Brasil y México, la mayoría de los avances científicos que desarrollan las naciones de América Latina son invisibles ante los ojos de la ciencia global. Así lo revela el informe Estado de la ciencia global 2012, elaborado y publicado recientemente por la prestigiosa revista estadounidense Scientific American del grupo Nature.
En Iberoamérica existen 13.446 revistas científicas en español y 5.297 en portugués, producidas en 30 países latinoamericanos, las cuales, por no estar traducidas al inglés, simplemente no figuran en los anaqueles digitales de las principales bases de datos académico-científicas del mundo, como Web of Science (WOK) y Scopus (ver gráfico). Lo grave es que en ciencia lo que no se lee en inglés —lengua principal y obligatoria para títulos, resúmenes y palabras claves— carece, en gran medida, de divulgación.
Son pocas las líneas que el informe global le dedica a América Latina. Por un lado destaca a Brasil (que ocupa el puesto 24 en el mundo en producción de investigaciones) como futura potencia científica y por otro menciona el importante incremento en el gasto público de México para incentivar las investigaciones. Colombia tan sólo aparece como uno de los países del que muchos investigadores salen —principalmente hacia EE.UU. y Brasil— en busca de oportunidades para dedicarse al trabajo en los laboratorios. Su realidad es similar a la del resto de países vecinos, condenados a un histórico déficit de recursos para la investigación.
Según el informe, mientras la participación de los gastos en investigación y desarrollo (I&D) en el Producto Interno Bruto (PIB) de las cinco potencias científicas (EE.UU., Alemania, China, Japón y el Reino Unido) creció sistemáticamente entre 1999 y 2009, en América Latina el aumento en los recursos fue irrisorio y se dio sólo en pocos países: Latinoamérica pasó de destinar en 1999 el 0,55% de su PIB a entregar 0,69% en 2009. Durante ese mismo período, los 34 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entre los que se cuentan Canadá, EE.UU., Alemania, Suiza y España, aumentaron su intensidad de I&D del 2,16% al 2,40%.
“El caso de Brasil es ejemplar, demuestra cómo un país emergente ha utilizado sus riquezas para producir conocimiento, lo que a la larga generará más riqueza. Otros países latinoamericanos que utilizan su riqueza para gastos armamentísticos sólo tendrán un horizonte de pobreza social”, reseña el documento.
Otro de los puntos que detalla es la escasa relación entre empresas y centros de investigación científica en América Latina, lo que ubica a la región “lejos de participar en la globalización de la ciencia”. Según el director de Colciencias, Carlos Fonseca, mientras en los países desarrollados los empresarios financian el 70% de los avances científicos y el Estado el 30%, en los subdesarrollados ocurre todo lo contrario.
En 2012 la inversión de dinero en Colombia para actividades de ciencia, tecnología e innovación bajó 25 puntos respecto al año anterior (de 0,474% se redujo a 0,449%). Así lo evidencia el último informe del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología sobre el comportamiento de la ciencia en el país (ver gráfico).
Mónica Salazar, directora del organismo, explica que la disminución tiene origen en el hecho de que el sector empresarial destina cada vez menos recursos a estas áreas. “Es una señal de alarma, ya que esto puede tener un impacto negativo en términos del desarrollo para Colombia”.
El informe también revela que más de la mitad de las inversiones provienen de recursos públicos y que han tenido un incremento importante durante la última década (en 2002 eran de 39,36% y en 2012 la cifra llegó al 58,99%). Sin embargo, según Salazar, los dineros destinados por el Gobierno tienen un comportamiento estable: “Eso no es un buen síntoma, ya que a medida que el Estado invierta menos en innovación, menos dinámico será el crecimiento de otros sectores”.
Pero el panorama no es tan funesto. El desempeño de la ciencia tiene posibilidades: el número de patentes de invención solicitadas y concedidas ante la Superintendencia de Industria y Comercio va en incremento (se otorgaron 629, número significativamente mayor respecto a las 298 concedidas en 2003) y durante los últimos seis años ha habido más profesionales en el área de la ingeniería, lo cual según Salazar es positivo, ya que “si esas personas son absorbidas por el sector empresarial, podríamos ver más innovación y competitividad en Colombia”.
El director de Colciencias es optimista. Ahora que los desarrollos científicos y la innovación cuentan con el 10% de los recursos de las regalías, Fonseca prevé que los avances del sector científico colombiano serán evidentes en cinco años. “En 2012 se destinaron a los departamentos US$330 millones, en su mayoría para investigaciones y desarrollos agropecuarios y de salud. Las publicaciones indexadas por las bases de datos internacionales vienen en aumento y los empresarios ya están poniendo los ojos en la importancia de invertir en los desarrollos científicos. Es innegable que el sector privado ha sido tímido, pero está despertando”.